Que tenemos la mala costumbre de ilusionarnos.
Si.
Sin más.
Por invertir en algo.
Como si no tuviéramos en que malgastar tanta sonrisa.
Derrochando.
Invitando incluso a una ronda.
Y luego...
Pues luego, pasa lo que pasa... que puedes darte la vuelta
como los bolsillos, y que solo salga alguna que otra pelusa.
Y a ver ¿ qué quieres que te diga?
Nadie se acostumbra a tener el alma en bancarrota.
Y sobre la almohada el cartel es bien claro:
" AQUÍ NO SE FÍA".
Y esto no es un autorretrato,
ni un relato de esos que se llevan ahora,
para que adivines entre líneas mi autocompadecimiento tragicómico rencoroso moderado.
No.
Esto es, que encima,
como no tengo suelto,
espero que te quedes con el cambio.